Las salas de espera de los consultorios médicos suelen resultarme sumamente útiles para entrar en reflexión. Ciertamente el lugar menos indicado para estos fines es estar cercano a la computadora. Alejarse es beneficioso, y sobre todo cuando tenemos que esperar en estos lugares donde la vida parece transcurrir tan normalmente.
Toca dentista, y aunque la espera no fue muy larga, me fue muy útil para hacerme algunas muy buenas preguntas. Porque la guerra ronda en mi cabeza desde el día en que nació ISIS. Los amigos de Virgen Peregrina conocen bien la campaña que tenemos emprendida en las redes para difundir el sufrimiento de nuestros hermanos perseguidos.
Sin embargo, el día de los brutales atentados en París la situación cambio. Ahora hay una guerra declarada de ambas partes. Occidente, sabemos bien, había guardado hasta ahora un silencio cómplice, como tantas veces definió el Santo Padre a la indiferencia e inacción sobre la persecución de nuestros hermanos cristianos y de otras etnias en medio oriente. Pero el día de los atentados Francia dijo «estamos en guerra«, otros países se organizaron y se sumaron a la táctica, y comenzó el contraataque.
Hace unos meses escuché una conferencia del P. Luis Montes, un sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado que administra varios campos de refugiados en Irak. Le preguntaron si él creía que los integrantes de ISIS estaban endemoniados. Y él respondió: «la Biblia dice que el demonio es asesino desde el principio, y el ISIS es asesino desde el principio. Yo creo que si, creo que esto es demoníaco».
Me pregunto: ¿qué hacemos con los endemoniados? ¿sirve una guerra para detener endemoniados? ¿sirve los medios humanos para acabar, no detener, sino para acabar con la barbarie y brutalidad de gente llevada a tal extremo de crueldad por una fuerza superior a los hombres?
Supongamos que occidente logra desarmar y desbaratar el ISIS como fuerza militar. ¿Qué vamos a hacer con ellos como humanidad? Porque siempre serán una amenaza latente. Siempre estarán buscando el medio de rearmarse para causar daño a occidente. ¿Hay que matarlos a todos?
ISIS tiene como columna principal el odio. Ya vemos como recluta de todas partes del mundo a personas llenas de odio, que encuentran en estas filas un medio natural para desarrollar la crueldad sin que nadie ponga un pero. Sienten en ISIS la libertad de odiar sin que nadie les diga que eso está mal. Tenemos un ejemplo en el mismo John Yihad, un ingles, recientemente muerto en combate, famoso por cortar gargantas en cámara.
Sí, el demonio encuentra caldo de cultivo, y pone su semilla maldita, y el acabado lo hace el ISIS.
Pero mi ecuación sigue sin respuesta. ¿1-1=0? ¿Podemos acabar con ISIS? ISIS no es una ideología basada en principios, es un conjunto de personas llenas de odio radical capaces de la crueldad más avasallante e inhumana.¿Qué dice el Catecismo de la Iglesia Católica?
Todo ciudadano y todo gobernante están obligados a empeñarse en evitar las guerras.
Sin embargo, “mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa” (GS79).
2309 Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una legítima defensa mediante la fuerza militar. La gravedad de semejante decisión somete a esta a condiciones rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez:
— Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.
— Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.
— Que se reúnan las condiciones serias de éxito.
— Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición.
Estos son los elementos tradicionales enumerados en la doctrina llamada de la “guerra justa”. (C.I.C items 2308/2309)
¿Reunimos todos los requisitos? ¿Reunimos las condiciones serias de éxito? Yo creo que no. No hay forma de desarmar a ISIS de su armamento más potente: el odio radical contra occidente.
Y el sentido común me lleva directamente a otro plan de batalla muy diferente. Si estamos hablando de odio y de personas llevadas por el demonio esta guerra es sobrenatural. Las acciones militares ¡desde luego! Pero por si solas no surtirán efecto si no ponemos nuestra fe al servicio de las filas del bien.
Ya lo sé, son tantos los creyentes no creyentes, los cristianos que no tienen fe en el poder de la oración, o que no tienen fe en que Dios tiene poder para resolver esta cuestión y cualquier otra cuando confiamos en él. Me dirán naif si quieren. Pero no. Esta es la verdad. ¡Esta es la Verdad! Yo le creo a Jesús más que nadie. O mejor dicho, al único que le creo. «Solo en Dios reposa mi alma».
Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo. (Mt 5, 44)
Es tan obvia la respuesta que pasa delante de nuestras narices y no la vemos. Dios es amor. ¿Acaso hay algo más poderoso que el amor? No se trata solo de una palabra bonita. Es un arma letal, porque engendra vida donde no la hay. Amor elimina odio. No para pasarle la mano en las espaldas a estos sanguinarios, no se puede siquiera pensarlo. Pero la oración es amor. Yo hago nuevas todas las cosas, dice el Señor. He visto los milagros de la oración. No solo en la sanación de enfermedades letales, también en la trasformación de vidas perdidas y vacías. Oración. ¿Cual es el mensaje de Nuestra Señora cada vez que aparece? ¡Oren hijitos, oren!
Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio.
Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos. Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno. Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos. (Ef. 6, 11-18)
Y más:
(…) Entonces Onías tomó la palabra y dijo: «Este es Jeremías, el profeta de Dios, que ama a sus hermanos, y ora sin cesar por su pueblo y por la Ciudad santa».
Después Jeremías extendió su mano derecha y entregó a Judas una espada de oro, diciendo mientras se la daba: «Recibe esta espada santa como un don de Dios: con ella destruirás a tus enemigos».
Reconfortados con estas bellísimas palabras de Judas, capaces de llevar al heroísmo y de robustecer los corazones juveniles, todos decidieron no quedarse a la defensiva, sino lanzarse valerosamente a la ofensiva, y decidir la situación luchando con la mayor valentía, porque estaban en peligro la Ciudad, las instituciones sagradas y el Santuario. (2Mac. 15, 14-7)
¿Puede el amor acabar, no detener, sino acabar con ISIS? ¡Absolutamente sí! Para ello hace falta un requisito indispensable. Tener fe. Saber con absoluta certeza que nuestra oración es escuchada y que Dios sabe hacer las cosas mejor que nosotros. Dios sabe más que nosotros. Dice el Señor: hay que rezar con fe, constancia y perseverancia. Tantas veces habla de esto en el Evangelio, tantas veces lo ejemplifica con parábolas. Ya no podemos pensar en soluciones humanas frente a un conflicto que está sostenido por el enemigo de Dios.
Los invitamos a esto. Mientras el mundo y los que no creen se llenan de más odio, oremos. Mientras las naciones llevan a cabo las acciones militares, oremos. Mientras cada comunidad sobre la tierra esté expuesta a un atentado terrorista, oremos. Sin tregua. Tolerancia cero a la violencia de ISIS. Los soldados de Cristo combatimos con las armas de Cristo.