Novena a Nuestra Señora de Luján

Novena a Nuestra Señora de Luján

El día 29 de Abril comenzamos la novena a Nuestra Señora de Lujan. Por ser la patrona de Argentina la novena esta dedicada especialmente a nuestro país, aunque no impide su rezo para quien quiera rezarle por sus propias intenciones. 

Al final de la página, como siempre, encontrarán el archivo para descargar la novena para imprimir. 


Lujan2

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Rezamos Tres Ave Marías:

Dios te salve María llena eres de gracia el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén

Primer día

“por nuestra patria”

 Leemos en el Evangelio de Mateo: Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.“ (5, 20)

– Te pedimos Virgen de Luján por nuestra Patria y sus gobernantes, para que podamos vivir en justicia buscando el bien de todos los argentinos.

Rezamos el Credo:

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén

Le pedimos a Dios que nos bendiga, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

64481578


Segundo día

“por las familias

 Leemos en el Evangelio de Lucas: Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él. (2, 22. 39-40)

– Te pedimos Virgen de Luján por las familias de nuestra patria para que vivan en unidad y sean testimonio del amor de Dios.

Tercer día

“por los trabajadores”

Leemos en el Evangelio de Mateo: Jesús dijo a sus discípulos: “No se inquieten entonces, diciendo: «¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?» Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. (6, 31-32)

– Te pedimos Virgen de Luján por el trabajo en nuestra patria, para que buscando los bienes del Cielo podamos ganarnos en la tierra el sustento con el trabajo digno.

Cuarto día

“por los niños”

 Leemos en el Evangelio de Mateo: Jesús les dijo: “Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos”. Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí. (19, 14-15)

– Te pedimos Virgen de Luján, por los niños de nuestra patria para que crezcan en ambientes sanos y sean verdaderos discípulos de tu Hijo.

Quinto día

“por los ancianos y enfermos”

 Leemos en el evangelio de Juan Jesús dijo a sus discípulos: “Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.” (15, 1-3)

– Te pedimos Virgen de Luján por todos los enfermos y los ancianos, especialmente por los que están solos y abandonados; para que unidos a Tú Hijo encuentren el consuelo que necesitan.

Sexto día

“por los jóvenes”

 Leemos en el Evangelio de Mateo: “Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes. (19, 21-22)

– Te pedimos Virgen de Luján por los jóvenes de nuestra patria, para que encuentren en Jesús el verdadero sentido de sus vidas.

13094103_898339080311559_2015747043368172501_nSéptimo día

“por los religiosos/as y sacerdotes”

 Leemos en el Evangelio de Mateo: Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.” (16, 24)

– Te pedimos Virgen de Luján por todos aquellos que han recibido el llamado de tu Hijo a la vida consagrada para que sean fieles a su misión. Y te rogamos que nunca falten vocaciones a la Iglesia.

Octavo día

“por los difuntos”

 Leemos en el Evangelio de Juan: Jesús dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí no morirá jamás.” (11,25-26)

– Te pedimos Virgen de Luján por todos los que nos han precedido en el camino de la Vida, especialmente por (nombrar tus difuntos) para que gocen de la alegría del Reino de tu Hijo.

Noveno día:

“por la vida”

Leemos en el Evangelio de Lucas Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. (2, 6-7)

– Te pedimos Virgen de Luján por la vida, para que reconozcamos detrás de cada vida que esta en camino un milagro de Dios. Ponemos especialmente en tus manos a las madres con dificultades.


Click en la imagen para descargar el archivo:.

wordlogo-300x293

¡Despertemos, llega Cristo! (6)

¡Despertemos, llega Cristo! (6)

José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.

Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.

Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel», que traducido significa: «Dios con nosotros».

Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.

Mt. 1, 19-25

lorenzo_tiepolo_suec3b1o_de_san_josc3a9

¡Despertemos, llega Cristo! (5)

¡Despertemos, llega Cristo! (5)

En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo:

«¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». 

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?».

35 El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios».

María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho».Y el Ángel se alejó.

Lc. 1, 26-38

385px-coingnet_anunciacion_la_redonda_logrono_spain

¡Despertemos, llega Cristo! (4)

¡Despertemos, llega Cristo! (4)

“No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan. El será para ti un motivo de gozo y de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque será grande a los ojos del Señor. No beberá vino ni bebida alcohólica; estará lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor, su Dios. Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto…”

Lc. 1, 14-17

el-angel-gabriel-apareciendose-a-zacarias-william-blake-1827

Pero Zacarías dijo al Angel: «¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada».

El Ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena noticia.Te quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo».

Lc. 1, 18-20

01.Zacarias_incienso

¡Despertemos, llega Cristo! (3)

¡Despertemos, llega Cristo! (3)

«Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor –y lo inspirará el temor del Señor–. El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: juzgará con justicia a los débiles y decidirá con rectitud para los pobres de país; herirá al violento con la vara de su boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia ceñirá su cintura y la fidelidad ceñirá sus caderas.

El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá, la vaca y la osa vivirán en compañía, sus crías se recostarán juntas, y el león comerá paja lo mismo que el buey. El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora, meterá la mano el niño apenas destetado. No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar».

Is. 11, 1-

despertemos

¡Despertemos, llega Cristo! (2)

¡Despertemos, llega Cristo! (2)

«Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial. 

Por eso, el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas.

El se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra. ¡Y él mismo será la paz!»

Mq. 5, 1-4

4

Gruta de Belèn

15laestrellalugardelnachk0

La tradición indica que en este sitio exacto nació Jesús

vista-de-afuera-de-la-basilica-de-belen

Basílica de Belen

herodionbayfrbessonnet

Ruinas del castillo de Herodes

a_bele-a

Belén hoy

 


¡Despertemos, llega Cristo! (1)



 

¡Despertemos, llega Cristo! (1)

¡Despertemos, llega Cristo! (1)

En preparación para este tiempo de Adviento hemos querido ilustrar los momentos fundamentales que confluyen en la fría y humilde gruta de Belén con el Nacimiento de Nuestro Señor. Recorreremos el camino de las Sagradas Escrituras hasta llegar al momento cumbre de la humanidad, donde Dios mismo se abajó para tomar nuestra naturaleza para nuestra salvación. 

Hemos querido ilustrar con replicas autenticas como con collages que acompañen las citas para una mayor interiorización de las escrituras. 

Les deseamos un provechoso Adviento a todos, que nos conduzca un verdadero nacimiento de Cristo vivo en nuestros corazones.


Isaías profetiza sobre María y el Emmanuel, «Dios con nosotros»

«Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel.

El se alimentará de leche cuajada y miel, cuando ya sepa desechar lo malo y elegir lo bueno. Porque antes de que el niño sepa desechar lo malo y elegir lo bueno, quedará abandonada la tierra de esos dos reyes, ante los cuales estás aterrorizado. El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días como no lo hubo iguales desde que Efraím se separó de Judá»». (Is. 7, 13-17)

d1b6c8ba6361652745946de3a972d185

COLLAGE: Profeta Isaias anuncia a la Virgen.

 

Las revelaciones de Anna Catalina de Emmerick sobre la Natividad de María Santísima.

Las revelaciones de Anna Catalina de Emmerick sobre la Natividad de María Santísima.

Como saben, para que una revelación privada pueda ser tomada en serio, se necesita el permiso de Roma. Luego el creyente puede creer o no estas revelaciones. Pues la verdad revelada que pertenece al Magisterio, a la Santa Doctrina de la Iglesia, y que debe creerse con fe firme, es la Palabra Viva de las Sagradas Escrituras. Las revelaciones privadas, siempre que su lectura haya sido permitida por Roma, lo que hacen es colorear los momentos de la vida del Señor y su Santísima Madre.

Y como hoy es la fiesta de la Natividad de María, queremos dejarles este muy precioso escrito perteneciente a las revelaciones que tuvo la Venerable Beata Anna Catalina de Emmerick, permitida por la Santa Sede, con respecto al nacimiento de Ella, la mas bella de todas, Nuestra Madre Santísima. 


Nacimiento de María Santísima

Virgen-Niña-en-la-cuna3

Con varios días de anticipación había anunciado Ana a Joaquín que se acercaba su alumbramiento. Con este motivo envió ella mensajeros a Séforis, a su hermana menor Martha; al valle de de Zabulón, a la viuda Enue, hermana de Isabel; y a Betsaida, a su sobrina María Salomé, llamándola a su lado. Vi a Joaquín, la víspera del alumbramiento de Ana, que enviaba numerosos siervos a los prados donde estaban sus rebaños, yendo él mismo al más cercano. Entre las nuevas criadas de Ana, sólo guardó en su casa a aquéllas cuyo servicio era necesario. Vi a María Heli, la hija mayor de Ana, ocupándose en los quehaceres domésticos. Tenía entonces unos diez y nueve años, y habiéndose casado con Cleofás, jefe de los pastores de Joaquín, era madre de una niñita llamada María de Cleofás, de más o menos cuatro años en aquel momento. Joaquín oró, eligió sus más hermosos corderos, cabritos y bueyes y los envió al templo como sacrificio de acción de gracias. No volvió a casa hasta el anochecer.
Por la noche vi llegar a casa de Ana a sus tres parientas. La visitaron en su habitación situada detrás del hogar, y la besaron. Después de haberles anunciado la proximidad de su alumbramiento, Ana, poniéndose de pie, entonó con ellas un cántico concebido más o menos en estos términos: «Alabad a Dios, el Señor, que ha tenido piedad de su pueblo, que ha cumplido la promesa hecha a Adán en el paraíso, cuando le dijo que la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente… «. No me es posible repetir todo con exactitud.

Se encontraba Ana en éxtasis, enumerando en su cántico todas las imágenes que figuraban a María. Decía: «El germen dado por Dios a Abraham ha llegado a su madurez en mi misma». Hablaba luego de Isaac, prometido de Sara, y agregaba: «El florecimiento de la vara de Aarón se ha cumplido en mi». La he visto penetrada de luz en medio de su aposento, lleno de resplandores, donde aparecía también, en lo alto, la escala de Jacob. Las mujeres, llenas de asombro y de júbilo, estaban como anonadadas, y creo que vieron la aparición. Después de la oración de bienvenida se sirvió a las mujeres una pequeña comida de frutas y agua mezclada con bálsamo. Comieron y bebieron de pie, y fueron a dormir algunas horas para reposar del viaje. Ana permaneció levantada, y oró.
Hacia la media noche, despertó a sus parientas para orar juntas, siguiéndola éstas detrás de una cortina cerca del lecho. Ana abrió las puertas de una alacena embutida en el muro, donde se hallaban varias reliquias dentro de una caja. Vi luces encendidas a cada lado; pero no sé si eran lámparas.
Al pie de este pequeño altar había un escabel tapizado. El relicario contenía algunos cabellos de Sara, a quien Ana profesaba veneración; huesos de José, que Moisés había traído de Egipto; algo de Tobías, quizás un trozo de vestido, y el pequeño vaso brillante en forma de pera donde había bebido Abraham al recibir la bendición del ángel y que Joaquín había recibido junto con la bendición. Ahora sé que esta bendición constaba de pan y vino y era como un alimento sacramental. Ana se arrodilló delante de la alacena. A cada lado de ella estaba una de las dos mujeres, y la tercera, detrás. Recitó un cántico: creo que se trataba de la zarza ardiente de Moisés. Vi entonces un resplandor celestial que llenó la habitación, y que, moviéndose, condensábase en tomo de Ana. Las mujeres cayeron como desvanecidas con el rostro pegado al suelo. La luz en tomo de Ana tomó la forma de zarza que ardía junto a Moisés, sobre el monte Horeb, y ya no me fue posible contemplarla. La llama se proyectaba hacia el interior: de pronto vi que Ana recibía en sus brazos a la pequeña María, luminosa, que envolvió en su manto, apretó contra su pecho y colocó sobre el escabel delante del relicario. Prosiguió luego sus oraciones. Oí entonces que la niña lloraba. Vi que Ana sacaba unos lienzos debajo del gran velo que la cubría, y fajándola, dejaba la cabeza, el pecho y los brazos descubiertos. La aparición de la zarza ardiendo desapareció.

Levantáronse entonces las mujeres y en medio de la mayor admiración recibieron en brazos a la criatura recién nacida, derramando lágrimas de alegría. Entonaron todas juntas un cántico de acción de gracias, y Ana alzó a la niña en el aire como para ofrecerla. Vi entonces que la habitación se volvió a llenar de luces y oí a los ángeles que cantaban Gloria y Aleluya. Pude escuchar todo lo que decían: supe que, según lo anunciaban, veinte días más tarde la niña recibiría el nombre de María. Entró Ana en su alcoba y se acostó. Las mujeres tomaron a la niñita , la despojaron de la faja, la lavaron y, fajándola de nuevo, la llevaron en seguida junto a su madre, cuyo lecho estaba dispuesto de tal manera que se podía fijar contra él una pequeña canasta calada, donde tenía la niña un sitio separado al lado de su madre. Las mujeres llamaron entonces a Joaquín, el cual se acercó al lecho de Ana, y arrodillándose, derramó abundantes lágrimas de alegría sobre la niña. La alzó en sus brazos y entonó un cántico de alabanzas, como Zacarías en el nacimiento del Bautista. Habló en el cántico del santo germen, que colocado por Dios en Abraham se había perpetuado en el pueblo de Dios y en la Alianza, cuyo sello era la circuncisión y que con esta niña llegaba a su más alto florecimiento. Oí decir en el cántico que aquellas palabras del profeta:
«Un vástago brotará de la raíz de Jessé», cumplíase en este momento perfectamente. Dijo también, con mucho fervor y humildad, que después de esto moriría contento. Noté que María Heli, la hija mayor de Ana, llegó bastante tarde para ver a la niña. A pesar de ser madre ella misma, desde varios años atrás, no había asistido al nacimiento de María quizás porque, según las leyes judías, una hija no debía hallarse el lado de su madre en tales circunstancias. Al día siguiente vi a los servidores, a las criadas y a mucha gente del país reunidos en tomo de la casa. Se les hacía entrar sucesivamente, y la niña María fue mostrada a todos por las mujeres que la atendían. Otros vecinos acudían  porque durante la noche había aparecido una luz encima de la casa, y porque el alumbramiento de Ana, después de tantos años de esterilidad, era considerado como una especial gracia del cielo.

El nacimiento de María en el Cielo, en el Limbo y en la naturaleza

En el instante en que la pequeña María se hallaba en los brazos de Santa Ana, la vi en el cielo presentada ante la Santísima Trinidad y saludada con júbilo por todos los coros celestiales. Entendí que le fueron manifestados de modo sobrenatural todas sus alegrías, sus dolores y su futuro destino.
María recibió el conocimiento de los más profundos misterios, guardando, sin embargo, su inocencia y candor de niña. Nosotros no podemos comprender la ciencia que le fue dada, porque la nuestra tiene su origen en el árbol fatal del Paraíso terrenal. Ella conoció todo esto como el niño conoce el seno de la madre donde debe buscar su alimento. Cuando terminó la contemplación en la cual vi a la niñita María en el cielo, instruida por la gracia divina, por primera vez pude ver la llorar. Vi anunciado el nacimiento de María en el Limbo a los santos Patriarcas en el mismo momento penetrados de alegría inexplicable, porque se había cumplido la promesa hecha en el Paraíso.
Supe también que hubo un progreso en el estado de gracia de los Patriarcas: su morada se hacía más clara, más amplia y adquirían mayor influencia sobre las cosas que acontecían en el mundo. Era como si todos sus trabajos, todas sus penitencias de su vida, todos sus combates, sus oraciones y sus ansias hubiesen llegado, por decirlo así, a su completa madurez produciendo frutos de paz y de gracia.
Observé un gran movimiento de alegría en toda la naturaleza al nacimiento de María; en los animales, y en el corazón de los hombres de bien; y oí armoniosos cantos por doquiera. Los pecadores se sintieron como angustiados y experimentaron pena y aflicción. Vi que en Nazaret y en las regiones de la Tierra Prometida varios poseídos del demonio se agitaban en medio de convulsiones violentas. Corrían de un lado a otro con grandes clamores; los demonios bramaban por boca de ellos clamando: «¡Hay que salir!. .. ¡Hay que salir! … «.
He visto en Jerusalén al piadoso sacerdote Simeón, que habitaba cerca del templo, en el momento del nacimiento de María, sobresaltado por los clamores desaforados de locos y posesos, encerrados en un edificio contiguo a la montaña del templo, sobre el cual tenía Simeón derechos de vigilancia.
Lo vi dirigirse a media noche a la plaza, delante de la casa de los posesos. Un hombre que allí habitaba le preguntó la causa de aquellos gritos, que interrumpían el sueño de todo el mundo.
Uno de los posesos clamó con más fuerza para que lo dejaran salir. Abrió Simeón la puerta y el poseso gritó, precipitándose afuera, por boca de Satanás: «Hay que salir… Debemos salir·… Ha nacido la Virgen… ¡Son tantos los ángeles que nos atormentan sobre la tierra, que debemos partir, pues ya no podemos poseer un solo hombre más…!». Vi a Simeón orando con mucho fervor. El desgraciado poseso fue arrojado violentamente sobre la plaza, de un lado a otro; y vi que  el demonio salía por fin de su boca. Quedé muy contenta de haber visto al anciano Simeón. Vi también a la profetisa Ana y a Noemí, hermana de la madre de Lázaro, que habitaba en el templo y fue más tarde la maestra de la niña María. Fueron despertadas y se enteraron, por medio de visiones, de que había nacido una criatura de predilección. Se reunieron y se comunicaron unas a otras las cosas que acababan de saber. Creo que ellas conocían ya a Santa Ana.

Del libro «Visiones y revelaciones de la Venerable Ana Catalina Emmerich» Cap. 2: «De la Natividad de la Sma. Virgen a la muerte de San Jose»

“Grandezas Incomparables de María” – San Bernardo de Claraval

“Grandezas Incomparables de María” – San Bernardo de Claraval

Y hoy agrego 2017 y las que vendran. Gracias a mi querido patrono por iluminarme en la vida y que no muriera sin conocer la grandeza de Dios.

20/08/2016

Acabo de abrir esta entrada, escrita el año pasado, cuando todavía vivía mi madre, ya en la gloria y disfrutando del cielo. Pero me sorprendí al ver la introducción, no la recordaba. Y como quiero volver a compartir esta entrada pero sin modificar lo que escribí cuando todavía estaba ella conmigo, adoptaré la modalidad de compartir cada año esta misma entrada con una actualización. 

Año 2016? sin mamá, sin papá, pero desbordada del amor de mi familia y de mis amigos. Gracias Señor por tanta gracia y bendición.

20/08/2015

Comiendo coquitos y con el abrazo de mi madre, inauguro oficialmente el dia de mi cumpleaños. Y lo primero que quiero hacer es rendir homenaje a mi Santo Patrono, San Bernardo de Claraval, dejándoles uno de sus más bellos escritos:

“Grandezas Incomparables de María”

“Dichosa fue en todo María, a quien ni faltó la humildad, ni dejó de adornarla la virginidad. Singular virginidad, que no violó, sino que honró la fecundidad; ilustrísima humildad, que no disminuyó sino que engrandeció su fecunda virginidad; incomparable fecundidad, a la que acompañan juntas la virginidad y humildad”.

“Qué maravillas que Dios, a quien leemos y vemos admirable en sus Santos, se haya mostrado más maravilloso en su Madre”.

“Por eso quiso que fuese Virgen, para tener una Madre Purísima, él que es infinitamente puro y venía a limpiar las manchas de todos quiso que fuese humilde para tener una Madre tal, él que es manso y humilde de corazón, a fin de mostrarnos en sí mismo el necesario y saludable ejemplo de todas estas virtudes. Quiso que fuese Madre el mismo Señor que la había inspirado el voto de virginidad y la había enriquecido antes igualmente con el mérito de la humildad”.

“Oh Virgen admirable y dignísima de todo honor. ¡Oh mujer singularmente venerable, admirable entre todas las mujeres que trajo la restauración a sus padres y la vida a sus descendientes!”.

“Y fue enviado, dice, el ángel Gabriel a una Virgen, Virgen en el cuerpo, Virgen en el alma, Virgen en la profesión, Virgen como la que describe el Apóstol, santa en el alma y en el cuerpo, no hallada nuevamente o sin especial providencia sino escogida desde la Eternidad, conocida en la presencia del Altísimo y preparada para sí mismo, guardada por los Ángeles, designada por los antiguos Padres, prometida por los profetas”.

“¿Qué pronosticaba en otro tiempo aquella zarza de Moisés, echando llamas pero sin consumirse sino a María dando a luz sin sentir dolor? ¿Qué anunciaba aquella vara de Aarón que floreció estando seca, sino a la misma concibiendo pero sin obra de varón alguno? El mayor misterio de este gran milagro lo explica Isaías diciendo: Saldrá una vara de la raíz de Jesé y de su raíz subirá una flor extendiendo en la vara a la Virgen y en la flor a su hijo divino el Redentor”.

“Si ella te tiene de su mano no caerás, si te protege, nada tendrás que temer, no te fatigarás si es tu guía, llegarás felizmente al puerto, si ella te ampara, y así en ti mismo experimentarás con cuanta razón se dijo: El nombre de la Virgen era María”.

“En los peligros, en las angustias, en las dudas, acuérdate de María, invoca a María”.

“Suele llamarse bendito al hombre, bendito al pan, bendita la mujer, bendita la tierra y las demás cosas, pero singularmente es bendito el fruto de tu vientre, porque es sobre todas las cosas Dios bendito por los siglos”.

“¿En dónde habías leído, Virgen devota, que la sabiduría de la carne es muerte, y no queráis contentar vuestra sensualidad satisfaciendo a sus deseos? ¿En dónde habías leído de la vírgenes, que cantan un nuevo cántico que ningún otro puede cantar y que siguen al Cordero a donde quiera que vaya? ¿En dónde habías leído que son alabados los que hicieron continentes por el reino de Dios? ¿En dónde habías leído: aunque vivimos en la carne, nuestra conducta no es carnal? Y aquel que casa a su hija hace bien y aquél que no la casa hace mejor. ¿Dónde habías oído: Quisiera que todos vosotros permanecierais en el estado en que yo me hallo, y bueno es para el hombre si así permaneciere como yo le aconsejo?”.

“Quitad a María, estrella del mar, de ese mar vasto y proceloso, ¿qué quedará, sino oscuridad que todo lo ofusque, sombras de muerte y densísimas tinieblas?”.

“Con todo lo más íntimo, pues de nuestra alma, con todos los afectos de nuestro corazón y con todos los sentimientos y deseos de nuestra voluntad veneramos a María, porque esta es la voluntad de aquel Señor que quiso que todo lo recibiéramos por María. Esta es repito, su voluntad, pero para bien nuestro”.

“Resplandeciente día es sin duda, la que se elevó cual aurora naciente, hermosa como la luna, escogida como el sol”.

“Pero sea lo que fuere aquello que dispones ofrecer, acuérdate de encomendarlo a María, para que vuelva la gracia al Dador de la misma, por el mismo cauce por donde corrió. No le faltaba a Dios ciertamente, poder para infundirnos la gracia sin valerse de este Acueducto, si El hubiera querido, pero quiso proveerte de ella por este conducto. Acaso tus manos están aún llenas de sangre, o manchadas con dádivas sobornadoras, porque todavía no las tienes lavadas de toda mancha. Por eso aquello poco que deseas ofrecer procura depositarlo en aquellas manos de María, grandiosísimas y dignísimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al Señor y no sea desechado”.

“Necesitando como necesitamos un mediador cerca de este Mediador, nadie puede desempeñar tan provechosamente este oficio como María”.

“Aquella fue instrumento de la seducción, esta de propiciación: aquella sugirió la prevaricación, esta introdujo la redención”.

“¡Oh, Señora! Cuán familiar de Dios habéis llegado a ser. ¡Cuán allegada, mejor dicho, cuán íntima suya merecisteis ser hecha! ¡Cuánta gracia hallasteis a sus ojos. En vos está y vos en El: a El le vestís y sois vestida por El. Le vestís con la sustancia de vuestra carne y El os viste con la gloria de su majestad. Vestís al sol con una nube, y sois vestida vos misma de un sol. Porque; como dice Jeremías, un nuevo prodigio ha obrado el Señor sobre la Tierra y es que una mujer virgen encierre dentro de sí al hombre de Dios, que no es otro que Cristo, de quien se dice: He aquí un varón cuyo nombre es Oriente. Y otro prodigio semejante ha obrado Dios en el cielo, y es, que apareciese allí un mujer vestida de sol: Ella le coronó y mereció ser coronada por El.

Salid, hijas de Sión y ved al Rey Salomón con la diadema con que le coronó su Madre, contemplad a la dulce Reina del cielo adornada con la diadema con que la coronó su Hijo”.

“En todo el contexto de los cuatro Evangelios, no se oye hablar a María más que cuatro veces. La primera con el Ángel, pero cuando ya una y dos veces le había hablado él: la segunda Isabel cuando la voz de su salutación hizo saltar a Juan de gozo y tomando ocasión de las alabanzas que su prima le dirigía, se apresuró a magnificar al Señor: la tercera con su Hijo siendo éste ya de doce años, manifestándole como ella y su padre llenos de dolor le habían buscado: la cuarta en las bodas de Caná, primero con Jesús y después con los que servían a la mesa.

Y en esta ocasión fue cuando brilló de una manera más especial su ingénita mansedumbre y modestia virginal, puesto que tomando como propio el apuro en que iban a verse los esposos no le sufrió el corazón permanecer silenciosa, manifestando a su Hijo la falta de vino; y al ver que Jesús al parecer no atendía a su súplica, como mansa y humilde de corazón no le respondió palabra, sino que se limitó a recomendar a los ministros que hiciesen lo que El les dijese, esperando en que no saldría fallida su confianza”.

“¡Cuántas veces oyó María a su Hijo no solo hablando en parábolas a las turbas, sino descubriendo aparte a sus discípulos el misterio del reino de Dios! ¡Vióle haciendo prodigios, vióle pendiente de la Cruz, vióle expirando, vióle cuando resucitó, vióle, en fin, ascendiendo a los Cielos, y en todas estas circunstancias ¿cuántas veces se menciona haber sido oída la voz de esta pudorosísima Virgen, cuántas el arrullo de esta castísima y mansísima Tórtola?”.

“María siendo la mayor de todas y en todo, se humilló en todo y más que todos. Con razón, pues, fue constituida la primera de todos, la que siendo en realidad la más excelsa, escogía para sí el último lugar. Con razón fue hecha Señora de todos, la que se portaba como sierva de todos. Con razón, en fin, fue ensalzada sobre todos los coros de los coros de los Ángeles, la que con inefable mansedumbre se abatía a sí misma debajo de las viudas y penitentes, y aún debajo de aquella de quien había sido lanzados siete demonios. Ruegoos, fieles amadísimos, que os prendéis de esta virtud si amáis de veras a María: si anheláis agradarla, imitad su modestia y humildad. Nada hay que tan bien sienta al hombre, nada tan necesario al cristiano, nada que tanto realce al religioso como la verdadera humildad y mansedumbre”.

Las “Grandezas Incomparables de María” es el título inicial que San Bernardo le dio a este escrito basado en el evangelio de San Lucas, sobre la Anunciación del Señor. (Lc 1, 26). San Bernardo compuso este tratado en el año 1118, después de haber padecido una gastritis incurable que lo puso al borde de la muerte (obligado a guardar reposo hasta su restablecimiento aprovechó ese tiempo para escribir esta obra). Hay testimonios que afirman que fue curado por la Virgen María.
FUENTE: http://forosdelavirgen.org/3308/las-grandezas-y-la-gracia-de-maria-por-san-bernardo-de-claraval/
Mi Padre y mi Madre del cielo, y muchas preguntas.

Mi Padre y mi Madre del cielo, y muchas preguntas.

He dicho ya muchas veces que Ella es mi descanso. No se como habrá sido la infancia de todos ustedes. Pero la mía ha sido custodiada celosamente por dos madres, la de la tierra y la del cielo. Con qué celo me han querido. Quisiera yo que a nadie le faltara este amor. Aunque se que no es posible. Porque algunas madres dejan sus heridas, y en algunos casos, heridas traumáticas. Y bendigo al cielo, porque no me ha tocado eso.

También el amor paterno. Y aunque ya no esté, tengo muy vívido el agradable sabor de los dulces recuerdos de sus cuidados, sus abrazos, ¡cuanto cariño!

Escuché alguna vez de la estrecha relación que tiene el afecto que sentimos hacia el Padre del cielo y hacia la Virgen, con el de nuestros padres de la tierra. De cómo el afecto que hemos sentido en nuestra crianza se proyecta luego en la relación con Dios y María, como Padre y Madre nuestros en el cielo.

Tengo visto que es verdad. Y me  pregunto si seríamos capaces de amar a la Virgen y sentirla nuestra Madre de verdad, si la madre que nos tocó en la tierra nos ha dejado vacío y dolor. ¿Seríamos capaces de imaginar los cuidados maternales de la Virgen Santísima cuando no conocemos lo que es eso? ¿Seríamos capaces de sentir la protección de Dios, de tener confianza en Él, si no hemos podido confiar en nuestro padre de la tierra? Si la relación con nuestro padre esta dañada por indiferencia, descuidos, traiciones, abandono, ausencias, ¿seríamos capaces de comprender que en la relación con nuestro Padre del cielo no se nos negaría ninguna de nuestras necesidades de hijos muy amados?

Más aún, ¿seríamos capaces de comprender el alcance del mandamiento que dice «amar a Dios por sobre todas las cosas»? O el otro «honrar padre y madre». Que importante la responsabilidad de los padres y nuestra crianza a la hora de respetar los mandamientos. Porque me parece que una parte de la información queda trunca. Y escribo este artículo -debo decir que desde mi completa ignorancia, porque como he dicho, me ha tocado el amor-, con la esperanza que quien lo esté sufriendo se entere de que es posible.

¿Qué lo hace posible? Que Dios sana todas las heridas. Que tiene poder para sanar nuestros corazones heridos. Y porque no anhela otra cosa que darnos ese amor de Padre. Y qué punto crítico. Sobre todo en los que han perdido toda confianza en una figura paterna. Pero la Verdad es una sola. Dios es nuestro padre. Es un Padre amoroso, providente, cuidadoso, respetuoso, capaz de satisfacer todas nuestras necesidades de amor.

¿Puede reemplazar, sanadas estas heridas, a nuestro padre de la tierra? No, porque es al revés. Dios fue nuestro Padre desde antes que nuestro padre en la tierra, porque fue Él quien nos pensó, encendido de amor por nosotros, desde toda la eternidad, para luego traernos al mundo. No tenía pensado para nosotros el desamor en el que pudimos haber crecido. Esas cosas las fuimos haciendo los hombres con el pecado. Que naciéramos en un hogar donde no pudiéramos recibir amor y cuidado, es, como todo, responsabilidad humana, porque de Dios solo puede ser el Amor.

Pero dado que nos toque vivirlo, sepan que antes que nada, tuvieron un Padre de amor y cuidado. Y que todavía lo tienen y lo tendrán siempre, porque este Padre no abandona ni traiciona. Busquen la relación con Él. Pídanle conocerlo, y estrechar su cercanía, que sea Padre presente en sus vidas depende de ustedes. Créanme que nada quiere más el Señor que amar a sus hijos.

Como he dicho, hablo desde la inexperiencia. Pero conozco a nuestro Padre, y se de lo que es capaz. Porque es capaz de todo, si se trata de amor.

No se conformen con vivir sin amor. No nacimos los humanos para no conocer el amor. No se conformen con nada si pueden tenerlo todo. ¿No saben como? Bueno, un «hola Padre» es un buen principio para una relación. A Dios le gusta la sencillez. Luego dejen que Él diga la frase siguiente. Les aseguro que Él buscará facilitar todo para que su encuentro con Él resulte en un lazo de amor eterno.