Ella es mi descanso- Peregrinar para descansar a los pies de María

Ella es mi descanso- Peregrinar para descansar a los pies de María

Dice San Luis María Grignion de Montfort:

«antes prefiero morir que vivir sin ser todo de María».

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Qué necesaria es la relación con María, pero no solo como nuestro auxilio, o como Madre del Salvador. Ella es nuestra Madre, y tener una relación de Madre-hijo/a con ella es tan imprescindible como la relación filial con el Padre celestial. Porque son fundamentales los lazos con nuestras madres respectivas, pero hay cosas que no pueden darnos. Gracias, favores y cuidados maternos que van más allá de los cuidados de este mundo, que vienen dotados de toda la sobrenaturalidad de Dios, y que solo María, Madre de Dios y de la humanidad puede darnos.

Anda el mundo tan revuelto. Cada vez nos pesa y nos cuesta más, a los que vivimos a la luz de la Palabra de Dios, movernos en él sin sentir repulsión por las cosas que vemos. Hablamos no solo de la corrupción generalizada, que ha existido en todos los tiempos, sino mucho más que eso. El frío, la crueldad y la indiferencia, la alarmantemente creciente oleada de perversión. Hemos entrado en la era del «todo esta permitido».

Hay que decirlo, este «todo esta permitido» nos descompone. No podemos soportar, al menos no yo, la agresión permanente como forma de vinculación, la socialización de la droga como sustituto de las relaciones legitimas, la presión estatal para que nuestros niños adopten como natural lo que para el cristiano es inconcebible, que cada vez cueste más que nuestros niños se hagan de un futuro, cada vez menos derechos y más obligaciones. Todas estas presiones se traducen en los tratos cotidianos, y se convierte en graves. Hay que ser muy fuerte para que nuestras familias se sostengan en medio de este campo de batalla.

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Pero, en medio del panorama que nos rodea, hay un remanso, un descanso seguro que nos fortalece en medio de las sombras. Se llama fe. Se llama Jesús, se llama María. Se llama Eucaristía y Confesión. Se llama Santo Rosario. Se llama Iglesia. Se llama:

«Yo lo puedo todo en aquel que me fortalece». (Fl 4, 13)

También se llama familia, pero a veces no la hemos sabido constituir como núcleo firme y unido.

Y el otro día iba tan cansada peregrinando al Santuario de María del Rosario de San Nicolás, que ni me daba cuenta de cuánto, despues de soportar meses de crueldades de estas, mi familia y yo. Porque con poco, todos estos males que parece lejanos, se nos meten en la vida cotidiana sin aviso y con una contundencia que espanta. No hace falta ni asomar la nariz a la puerta para sufrir los males de esta era.

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Al llegar a los pies de María, que reposa sobre un pedestal de más de un metro de altura, me arrodillé. Es decir que ni siquiera pude descansar en ella, solo en el pedestal que la sostiene. Porque no llegaba. Pero solo estar a sus pies fue de tanto descanso que cinco minutos ahí, inclinada sobre su pedestal, bastaron para reponerme.

Ella es mi descanso. Qué necesario es ir a la Madre, y descansar en Ella para no sucumbir en la realidad que nos toca vivir a los de esta era insufrible que todo lo permite. Qué necesaria es toda la vida de la Iglesia para descansar. Ya nos lo dijo el Señor:

«Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré» (Mt 11, 28).

Es así, yo lo tengo comprobado. Sin embargo existe un requisito. La no negociación. He visto como muchos fieles se acercan a María en su necesidad, real necesidad, pero solo a pedir. La relación con María, como con la Santísima Trinidad es de amor, y en familia con Dios nos ayudamos. No debe ser María una ayudadora nuestra, sino nuestra Madre buena, que acude en auxilio de sus hijos afligidos por el desgaste, el dolor y el cansancio.

Y lo digo por experiencia. Hubo un tiempo que muy poco sabía sobre la fe, y mucho menos la sentía. Y acudía a Dios y a María en esos términos. Y que oración tan vacía me resultaba. Pero andando se hace el camino, y mi Madre, que anhelaba que la amara, me ayudó a que lo hiciera. Y la relación con ella, como se hace con todos, se construyó de a poco pero con base segura y verdadera. Ella es mi Madre, y yo soy su hija. Ella me ve mal y me consuela. Ve que tengo sed y me da de beber, me ve alegre y festeja conmigo y yo le comparto todas mis alegrías porque no puedo no incluirla en todo lo que me pasa. Es parte de mi familia, una fundamental e importantisima parte de mi vida.

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Madre, dame el poder darte todo lo que me das. O al menos el amor, en serte fiel, y en Vos a tu Hijo.

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TOTUS TUUS MADRE

Toda de María

Elisa Shejtman

(Las fotos son de otros peregrinos. No llevé cámara)

Mayo, una oración a María cada día. 09/05

Mayo, una oración a María cada día. 09/05

¿Hablamos de pureza? Ninguna como la pureza de Ella. Y le dedicamos esta bellísima oración que bien podemos aprovechar para consagrarnos a sus cuidados maternales cada día:

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BENDITA SEA TU PUREZA

Bendita sea tu pureza

Y eternamente lo sea,

Pues todo un Dios se recrea

En tan graciosa belleza.

A ti, celestial princesa,

Virgen sagrada, María,

Yo te ofrezco en este día

Alma, vida y corazón.

Mírame con compasión,

¡No me dejes, Madre mía!

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«En la primera parte de esta hermosa décima de la piedad mariana, se bendice a la Santísima Virgen en su pureza, como la Virgen pura por excelencia; y en quien, por eso, se complace en su tersura virginal.

El cristiano le ofrece a la Santísima Virgen el “alma, la vida, el corazón” a esta “celestial patrona”, en esta segunda parte de la décima, suplicándole finalmente que ella nos mire con compasión, y como Madre no nos abandone.

El Bendita sea tu pureza es otra oración que enaltece la pureza Virginal de María como objeto de las complacencias divinas. Y luego sigue un ofrecimiento o entrega total de alma, vida y corazón a nuestra divina Madre de la Pureza, para terminar con una súplica, que implora la mirada y la protección permanente de María a nuestra pureza de alma y cuerpo: “Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía”.

Esta hermosa décima ha sido tomada por nuestro folklore, que a cada verso consagra una décima entera, es decir, una poesía con diez décimas, cada una de las cuales termina repitiendo el verso respectivo de la décima central, tomado como tema.

Tal la devoción que esta hermosa décima mariana, consagrada a la pureza de la Virgen, y a la nuestra bajo su protección, ha tenido y sigue teniendo siempre en nuestro pueblo cristiano.»

Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
Yo te ofrezco en este día
Alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
¡No me dejes, Madre mía!
Madre del amor hermoso
Y de la santa confianza,
En ti pongo mi esperanza,
Y espero quedar airoso.

Tú, que al dragón insidioso
Quebrantaste la cabeza,
Tú, torre de fortaleza
A la faz de mi enemigo,
Atiende lo que te digo:
Bendita sea tu pureza.

Hija hermosa del Excelso,
Y al mismo tiempo su esposa,
Primavera deliciosa
Que ahuyentas al torvo invierno.
Tú confundes al averno,
Tú admiras a Galilea,
Tú fuiste la bella hebrea
En quien el Verbo se hizo hombre.
Bendito sea tu nombre
Y eternamente lo sea.

Tú eres el huerto cerrado,
La hermosa fuente sellada,
En donde no tuvo entrada
Ni la sombra del pecado.
Así lo hubo decretado
La augusta y trina asamblea,
Que tan hermosa te hiciera,
Con tales gracias y tantas,
Que al mismo Creador encantas,
Pues todo un Dios se recrea.

Luna clara que iluminas
Mi noche caliginosa,
Mística y fragante rosa,
Y lirio entre las espinas.
Si constante me encaminas
Hacia el Dios de la pureza,
Tendré, Virgen, la certeza
De verme en tu compañía,
Viviendo un eterno día
En tan graciosa belleza.

Los espíritus alados,
Las aves, brutos y fieras,
Las colinas, las laderas,
Los altos montes nevados,
Los vientos alborotados,
El mar que la tierra besa,
El que en tu amor se embelesa,
Los ríos de arenas de oro,
Bendigan todos en coro,
A ti, celestial Princesa.

¡Dios te salve, Virgen pura,
Madre de grata memoria,
Llena de paz y de gloria
Reinas, Madre, en las alturas.
Cual ninguna criatura!
Tú tienes la primacía
Sobre toda jerarquía,
Y estás de Dios tan vecina
Que rayas casi en divina,
Virgen Sagrada María.

Salúdote reverente
Con el más profundo afecto,
Y al declararme imperfecto,
Y que mis culpas lamente,
Verás, oh Virgen clemente,
Abogada y Madre mía,
Que tomándote por guía
Y llorando mi pecado,
Un corazón humillado
Te ofrezco en este día.

Hermosa como la luna,
Escogida como el sol,
Rubia como el arrebol,
Agraciada cual ninguna.
No hubo existencia alguna
Para mí en la creación
-Ni la habrá, que es excepción-,
Tan grande, tan verdadera;
Y por lo tanto te diera
Alma, vida y corazón.

Soberana emperatriz,
Señora de cielo y tierra,
Cuya planta al diablo aterra
Y le pisa la cerviz.
Sólo tú fuiste feliz
Y pura en su concepción.
Por la gloriosa excepción
De la culpa original.
Madre pía, sin igual,
Mírame con compasión.

¡Oh Templo de Salomón,
Oh Arca del testamento,
Del cielo nuevo ornamento
Y de la tierra blasón!
No desdeñes mi oración,
Muéstrate conmigo pía,
Y en mi postrera agonía,
Cuando el infernal dragón
Intente mi perdición,
No me dejes, Madre mía!

Mons.Octavio Derisi
CANCIÓN AL NEGRITO MANUEL – ESCLAVITUD MARIANA

CANCIÓN AL NEGRITO MANUEL – ESCLAVITUD MARIANA

El Negro Manuel fue el primer esclavo de Nuestra Señora de Lujan.

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Este hombre dedicó toda su vida, desde que llegó a la Argentina, a cuidar a la Virgen de Luján. Fue traído de África y vendido como esclavo en Brasil. Llegó al Río de la Plata a los 20 años de edad, en la embarcación en donde venia la bendita imagen, presenció el milagro en la estancia de don Rosendo.
Se desconoce quién era su dueño, pero Manuel permaneció en la estancia al cuidado de la imagen, consagrando su vida a la atención de la Santísima Virgen.
La tradición nos dice que Manuel, realizaba curas milagrosas con el sebo de las velas de la capilla y relataba a los peregrinos los viajes de la Santa Virgen, que salía de noche para dar consuelo a los afligidos. Manuel guardaba de los viajes de la Señora los abrojos se desprendían del vestido de la Virgen. Con los años, don Rosendo falleció y el lugar quedo casi abandonado, pero éste hombre fue siempre fiel y continuó al servicio de la Virgen.

SOBRE LA ESCLAVITUD MARIANA, click en la imagen:

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A nuestra Iglesia se la conoce leyendo.

Tengo un amigo cura al que respeto mucho. Tiene la bondad de ponerse a explicarle a una analfabeta espiritual como yo todo lo que no entiendo sobre la fe. Y como tiene corazón generoso, y ha probado lo bueno, se ha empeñado en que yo lo pruebe también. Y todos, si por él fuera. Porque es muy bueno lo que aconseja. Nada menos que a ¡Ratzinger!. Y tanto se ha encaprichado que lo ha logrado. Y que bien me hace. Cuando hablan los que saben quedamos absortos en la belleza de lo que está inspirado por Dios mismo y su Santo Espíritu.

Me he puesto a pensar en lo poco que leemos los laicos. El Evangelio del día es de rigor, aunque no todos lo hacemos. Algún buen libro de meditaciones diarias que nos ayudan a ponernos un poco en la órbita de Dios. Y no nos tomamos el tiempo ni el esfuerzo por ir un poquito más allá de vez en cuando. Yo lo aconsejo, porque enriquece mucho. Endereza el pensamiento y alimenta el alma.

Conocer lo que dicen nuestros padres nos hace fuertes. El mundo anda muy revuelto. Y sus palabras nos dan una estructura para tener un discernimiento más claro frente a las decisiones que tenemos que tomar en la vida. No solo las grandes, tambien las pequeñas decisiones cotidianas. El enemigo también entra sutilmente, por lo pequeño. Pero cuando Dios no es solo alguien en quien creemos, cuando se convierte en el ‘equipo’ en el cual jugamos el partido, debemos aprender a reconocer la voz del Capitán del equipo, y saber bien las reglas que nos guían.

Muchos hemos hecho nuestra catequesis parroquial a los ocho o nueve años. La vida ha pasado, y mucho, o casi todo de lo aprendido ha quedado en el olvido. Recordemos que en ese arcón de los recuerdos se halla la Vida misma. No es algo en lo que podamos ser descuidados, ni de lo que podamos prescindir.

En la medida de lo posible es necesario reavivar nuestra fe, y refrescar estas Verdades.  A la Iglesia se la aprende leyendo. Hay que animarse a entender, no tenerle miedo a nuestros padres eclesiales, que lo que dicen es porque el Espíritu Santo se los ha mandado para nosotros. Y el mismo Espíritu es quien nos abre a recibir lo que ellos nos transmiten por mandato de Dios.

Yo me imagino que los Ángeles Custodios deben trabajar un poco así como mi amigo y su empeño. Por allí le he llamado capricho, por decirle de algun modo a esa insistencia tan rotunda porque probemos lo bueno. Creo que esta vez han delegado la tarea en el amigo que tengo dicho. Y le doy las gracias.

Por cierto, aqui les dejo, de su autoría, sobre la Devoción a María:

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Click en la Imagen

Elisa Shejtman