Consagración a María
Mayo, una oración a María cada día. 09/05
¿Hablamos de pureza? Ninguna como la pureza de Ella. Y le dedicamos esta bellísima oración que bien podemos aprovechar para consagrarnos a sus cuidados maternales cada día:
BENDITA SEA TU PUREZA
Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
Yo te ofrezco en este día
Alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
¡No me dejes, Madre mía!
«En la primera parte de esta hermosa décima de la piedad mariana, se bendice a la Santísima Virgen en su pureza, como la Virgen pura por excelencia; y en quien, por eso, se complace en su tersura virginal.
El cristiano le ofrece a la Santísima Virgen el “alma, la vida, el corazón” a esta “celestial patrona”, en esta segunda parte de la décima, suplicándole finalmente que ella nos mire con compasión, y como Madre no nos abandone.
El Bendita sea tu pureza es otra oración que enaltece la pureza Virginal de María como objeto de las complacencias divinas. Y luego sigue un ofrecimiento o entrega total de alma, vida y corazón a nuestra divina Madre de la Pureza, para terminar con una súplica, que implora la mirada y la protección permanente de María a nuestra pureza de alma y cuerpo: “Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía”.
Esta hermosa décima ha sido tomada por nuestro folklore, que a cada verso consagra una décima entera, es decir, una poesía con diez décimas, cada una de las cuales termina repitiendo el verso respectivo de la décima central, tomado como tema.
Tal la devoción que esta hermosa décima mariana, consagrada a la pureza de la Virgen, y a la nuestra bajo su protección, ha tenido y sigue teniendo siempre en nuestro pueblo cristiano.»
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa,
Virgen sagrada, María,
Yo te ofrezco en este día
Alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
¡No me dejes, Madre mía!Madre del amor hermoso
Y de la santa confianza,
En ti pongo mi esperanza,
Y espero quedar airoso.
Tú, que al dragón insidioso
Quebrantaste la cabeza,
Tú, torre de fortaleza
A la faz de mi enemigo,
Atiende lo que te digo:
Bendita sea tu pureza.
Hija hermosa del Excelso,
Y al mismo tiempo su esposa,
Primavera deliciosa
Que ahuyentas al torvo invierno.
Tú confundes al averno,
Tú admiras a Galilea,
Tú fuiste la bella hebrea
En quien el Verbo se hizo hombre.
Bendito sea tu nombre
Y eternamente lo sea.
Tú eres el huerto cerrado,
La hermosa fuente sellada,
En donde no tuvo entrada
Ni la sombra del pecado.
Así lo hubo decretado
La augusta y trina asamblea,
Que tan hermosa te hiciera,
Con tales gracias y tantas,
Que al mismo Creador encantas,
Pues todo un Dios se recrea.
Luna clara que iluminas
Mi noche caliginosa,
Mística y fragante rosa,
Y lirio entre las espinas.
Si constante me encaminas
Hacia el Dios de la pureza,
Tendré, Virgen, la certeza
De verme en tu compañía,
Viviendo un eterno día
En tan graciosa belleza.
Los espíritus alados,
Las aves, brutos y fieras,
Las colinas, las laderas,
Los altos montes nevados,
Los vientos alborotados,
El mar que la tierra besa,
El que en tu amor se embelesa,
Los ríos de arenas de oro,
Bendigan todos en coro,
A ti, celestial Princesa.
¡Dios te salve, Virgen pura,
Madre de grata memoria,
Llena de paz y de gloria
Reinas, Madre, en las alturas.
Cual ninguna criatura!
Tú tienes la primacía
Sobre toda jerarquía,
Y estás de Dios tan vecina
Que rayas casi en divina,
Virgen Sagrada María.
Salúdote reverente
Con el más profundo afecto,
Y al declararme imperfecto,
Y que mis culpas lamente,
Verás, oh Virgen clemente,
Abogada y Madre mía,
Que tomándote por guía
Y llorando mi pecado,
Un corazón humillado
Te ofrezco en este día.
Hermosa como la luna,
Escogida como el sol,
Rubia como el arrebol,
Agraciada cual ninguna.
No hubo existencia alguna
Para mí en la creación
-Ni la habrá, que es excepción-,
Tan grande, tan verdadera;
Y por lo tanto te diera
Alma, vida y corazón.
Soberana emperatriz,
Señora de cielo y tierra,
Cuya planta al diablo aterra
Y le pisa la cerviz.
Sólo tú fuiste feliz
Y pura en su concepción.
Por la gloriosa excepción
De la culpa original.
Madre pía, sin igual,
Mírame con compasión.
¡Oh Templo de Salomón,
Oh Arca del testamento,
Del cielo nuevo ornamento
Y de la tierra blasón!
No desdeñes mi oración,
Muéstrate conmigo pía,
Y en mi postrera agonía,
Cuando el infernal dragón
Intente mi perdición,
No me dejes, Madre mía!
CANCIÓN AL NEGRITO MANUEL – ESCLAVITUD MARIANA
El Negro Manuel fue el primer esclavo de Nuestra Señora de Lujan.
Este hombre dedicó toda su vida, desde que llegó a la Argentina, a cuidar a la Virgen de Luján. Fue traído de África y vendido como esclavo en Brasil. Llegó al Río de la Plata a los 20 años de edad, en la embarcación en donde venia la bendita imagen, presenció el milagro en la estancia de don Rosendo.
Se desconoce quién era su dueño, pero Manuel permaneció en la estancia al cuidado de la imagen, consagrando su vida a la atención de la Santísima Virgen.
La tradición nos dice que Manuel, realizaba curas milagrosas con el sebo de las velas de la capilla y relataba a los peregrinos los viajes de la Santa Virgen, que salía de noche para dar consuelo a los afligidos. Manuel guardaba de los viajes de la Señora los abrojos se desprendían del vestido de la Virgen. Con los años, don Rosendo falleció y el lugar quedo casi abandonado, pero éste hombre fue siempre fiel y continuó al servicio de la Virgen.
SOBRE LA ESCLAVITUD MARIANA, click en la imagen:
A nuestra Iglesia se la conoce leyendo.
Tengo un amigo cura al que respeto mucho. Tiene la bondad de ponerse a explicarle a una analfabeta espiritual como yo todo lo que no entiendo sobre la fe. Y como tiene corazón generoso, y ha probado lo bueno, se ha empeñado en que yo lo pruebe también. Y todos, si por él fuera. Porque es muy bueno lo que aconseja. Nada menos que a ¡Ratzinger!. Y tanto se ha encaprichado que lo ha logrado. Y que bien me hace. Cuando hablan los que saben quedamos absortos en la belleza de lo que está inspirado por Dios mismo y su Santo Espíritu.
Me he puesto a pensar en lo poco que leemos los laicos. El Evangelio del día es de rigor, aunque no todos lo hacemos. Algún buen libro de meditaciones diarias que nos ayudan a ponernos un poco en la órbita de Dios. Y no nos tomamos el tiempo ni el esfuerzo por ir un poquito más allá de vez en cuando. Yo lo aconsejo, porque enriquece mucho. Endereza el pensamiento y alimenta el alma.
Conocer lo que dicen nuestros padres nos hace fuertes. El mundo anda muy revuelto. Y sus palabras nos dan una estructura para tener un discernimiento más claro frente a las decisiones que tenemos que tomar en la vida. No solo las grandes, tambien las pequeñas decisiones cotidianas. El enemigo también entra sutilmente, por lo pequeño. Pero cuando Dios no es solo alguien en quien creemos, cuando se convierte en el ‘equipo’ en el cual jugamos el partido, debemos aprender a reconocer la voz del Capitán del equipo, y saber bien las reglas que nos guían.
Muchos hemos hecho nuestra catequesis parroquial a los ocho o nueve años. La vida ha pasado, y mucho, o casi todo de lo aprendido ha quedado en el olvido. Recordemos que en ese arcón de los recuerdos se halla la Vida misma. No es algo en lo que podamos ser descuidados, ni de lo que podamos prescindir.
En la medida de lo posible es necesario reavivar nuestra fe, y refrescar estas Verdades. A la Iglesia se la aprende leyendo. Hay que animarse a entender, no tenerle miedo a nuestros padres eclesiales, que lo que dicen es porque el Espíritu Santo se los ha mandado para nosotros. Y el mismo Espíritu es quien nos abre a recibir lo que ellos nos transmiten por mandato de Dios.
Yo me imagino que los Ángeles Custodios deben trabajar un poco así como mi amigo y su empeño. Por allí le he llamado capricho, por decirle de algun modo a esa insistencia tan rotunda porque probemos lo bueno. Creo que esta vez han delegado la tarea en el amigo que tengo dicho. Y le doy las gracias.
Por cierto, aqui les dejo, de su autoría, sobre la Devoción a María:
Click en la Imagen
Elisa Shejtman