En una conversación familiar, donde siempre surge alguna cuestion bíblica o teológica, emergió la siempre constante pregunta que creo, todo cristiano se hace o se ha hecho. ¿Por qué Dios era tan cruel en el Antiguo Testamento? ¿Por qué era un Dios vengativo? Y tantas otras cosas que se nos vienen a la mente cuando leemos las escrituras, y que nos resultan tan contrastantes con la imagen del Dios de Misericordia que tenemos hoy y que surge de la lectura del Nuevo Testamento. Y de cara al Año de la Misericordia que ya está tan próximo a comenzar, me parece que estas son preguntas que deben ser respondidas para vivir la Misericordia de Dios en mayor plenitud y confianza.
Intentando responder/me esta pregunta, e investigando el tema en internet, fui a dar con este maravilloso ensayo escrito cuya autora es Pepi Vicente -de quien no he encontrado mayor información, pero a quien agradezco enormemente su ensayo-, y publicado por Mercaba.org,
Se los iré entregando por partes porque es algo extenso, pero les aseguro que no tiene desperdicio. Y si alguno quiere la lectura completa, los remitimos a la versión original cuyo enlace encontrarán al final de la página.
Violencia, barbarie y genocidio en el Antiguo Testamento
Introducción
Resulta escalofriante la lectura de textos del Antiguo Testamento que narran con absoluta crueldad y frialdad las matanzas sangrientas de pueblos enteros (Sam. 15 y 16), incluyendo mujeres, niños, niños de pecho, ¡incluso los animales! Completos genocidios, fruto de la obediencia del pueblo hebreo a un mandato divino.
He continuado leyendo con una mirada de cierto pavor ante imágenes del profeta Samuel cuando asesina a Agag, no solo matándolo a espada, ni siquiera le resulta suficiente decapitarlo, sino que lo descuartiza, haciendo un despliegue de barbarie, ira y ensañamiento. Una vez muerto Agag lo golpea con su espada separando brazos y piernas del cuerpo, demostrando el enfado de YHWH porque Saúl había dejado un superviviente de su asoladora masacre.
Relatos como este constituyen escenas sangrientas, violentas, desagradables y horribles, una salvaje carnicería que casi pareciera sacada de un relato “gore” . Por ello, y entendiendo que el Dios al que rindo mi vida en agradecimiento, por el amor, la misericordia, el perdón y la fidelidad a las promesas hechas a su pueblo (de las que me ha hecho heredera por su gracia), no se ajusta demasiado a la idea de estas brutales narraciones, he querido buscar una explicación que me ayudase a disipar esta inquietud que me produce la lectura de estos textos que en su mayoría muestran la sed de venganza, la crueldad, la sangre, la barbarie y la violencia que caracterizan a los genocidios, guerras y sacrificios ofrecidos y realizados en el nombre de YHWH.
Es importante desmarcarnos y superar conclusiones como la del exegeta P. C. Craigie:
«No encontré nada que pudiera dar respuesta a mi pregunta, es decir al miedo teológico que yo sentía porque Dios y la guerra parecían ser una misma cosa»
Metodología
En este ensayo he de reconocer que la base que he usado como clave ha sido la de reconocer que como lectora de las Escrituras y estudiante de teología, he entrado en un campo apasionante y dinámico de la profundización de la Sofía de Dios.
Planteándome interrogantes, elaborando preguntas, indagando en la historia del pensamiento y de los acontecimientos que nos han precedido, enjuiciando mis propias seguridades, aceptando de ante mano, que tal vez muchos de mis interrogantes quedarán sin respuesta.
Me he acercado a los textos con una disposición sincera de diálogo , en el que asumo el riesgo de ser convencida y convertida por estos, transformando mis propias ideas y prejuicios con los que llegamos siempre a los textos. Es con esta actitud con la que he querido desarrollar este trabajo.
Debido a la complejidad del tema, a la hora de abordarlo he querido establecer unas bases lo más claras y concretas posibles que me permitiesen un diálogo posterior con los textos de la Escritura y con las distintas posiciones en cuanto al tema, e incluso extraer las mías propias al profundizar en estas premisas.
Pues bien, he comenzado por hacer un acercamiento al personaje de Marción y a su doctrina, como modelo de pensamiento que muchos de los creyentes de hoy sostienen (aún sin saberlo), intentando dar respuesta al interrogante que abrió en cuanto a quién es Dios, he formulado un resumen con lo que conocemos sobre quién y cómo es Dios, haciendo una breve definición de los atributos divinos.
He continuado definiendo brevemente tres conceptos claves (el mal, las guerras y la relación entre ídolos y violencia) que unidos a lo anterior pudiesen establecer una base firme de discusión sobre las posibles interpretaciones y explicaciones que se pueden dar a la violencia en el Antiguo Testamento.
La herencia de Marción
Muchos cristianos hoy, todavía se acercan a las Escrituras, concretamente al Antiguo Testamento desde una visión marcionita de Dios .
La iglesia superó esta crisis, declarando que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, no es otro que el Dios creador de todo lo visible e invisible, la creación proviene de él, y la creación es “buena”, como diría Génesis. Es la rebeldía y desobediencia del hombre lo que introdujo el caos y la muerte en la creación de Dios. A pesar de ello Dios actúa con el hombre como nos dirá la Palabra con amor, gracia y misericordia.
Pero ¿por qué en un tiempo en el que todos leían el mismo Antiguo Testamento como única Palabra de Dios, solo Marción y grupo de seguidores, fueron capaces de ver y denunciar que en los textos sagrados se encerraban historias espantosas llenas de crueldad y de violencia?
¿Acaso el resto de estudiosos de la Ley y los profetas no hacían una misma lectura de estos textos bélicos? Tal vez esto sucedió, por la misma razón por la que nosotros no entendemos ciertas cosas, porque la clave hermenéutica con la que ellos se acercaban no era la misma con la que nos aproximamos nosotros hoy y con la que quiso acercarse Marción.
Cuando el pueblo de Israel se acerca a la Torá lo hace desde sus propias experiencias con YHWH. Cuando los cristianos nos intentamos poner en contacto y salvar la frontera de tiempo y espacio creo que todo este proceso se torna sino imposible, muy complicado.
A mediados del s. II aparece el movimiento marcionita, iniciado por Marción. Natural de Ponto, es hijo de un obispo y fue educado en la fe cristiana. En el año 139 viaja a Roma donde comenzó a exponer sus opiniones y enseñanzas. Sobre el año 144, tras reunir a un grupo de seguidores, se separa de la iglesia formando una iglesia a parte.
Sus enseñanzas de carácter antisemita, tienen cierta influencia gnóstica, afirmaba que el Dios del Antiguo Testamento y de los judíos era un dios malo, un Demiurgos , ya que un mundo lleno de sufrimiento y crueldad solo puede ser obra de un ser malvado y no de un Dios bueno, el Dios del Antiguo Testamento y de los judíos por tanto era un dios malo.
¿Podía haber acaso un dios peor que el dios racista que elige al pueblo judío y se desentiende del resto de la humanidad? ¿Un dios más despreciable que ese dios vengativo, receloso, iracundo, que espía a los humanos para echarles en cara sus pecados con castigos desproporcionados?
Sostenía que en contraste con el Dios de los judíos había un segundo Dios, de amor y misericordia, que había permanecido escondido hasta que se reveló en Cristo, que vino en apariencia humana pero no como hombre real ya que consideraban el cuerpo, la carne como «mala».
Este Cristo, vino en forma «fantasmagórica» a rescatar y librar a la humanidad del gobierno del malévolo Demiurgo, siendo los fieles seguidores de éste los que crucificaron a Cristo sin saber que su muerte era el pago por el que el Dios de amor compraba a los hombres del poder del Demiurgo permitiéndoles escapar del reino de las tinieblas y de las exigencias legalistas del judaísmo.
Además negaba la autoridad del Antiguo Testamento, considerando que era un libro judío que no le servía para nada a los cristianos, arremetiendo contra el Dios del que hablaba considerándolo muy inferior al Dios y Padre de Jesucristo del que habla el NT.
Acusaba a la iglesia de haber obscurecido la verdad del evangelio al intentar combinarlo con el judaísmo.
Marción no solo desgarró la autoridad de las Escrituras arrancando el Antiguo Testamento, sino que se hizo un NT «a su gusto», siguiendo su propio criterio y opinión.
Extrajo aquellos textos que consideró demasiado judíos de los escritos de Pablo a los que añadió el evangelio según Lucas, recopilando una de las primeras colecciones de escritos del NT, un NT más reducido y según él más puro.
Fue expulsado de la iglesia y considerado hereje. Sus enseñanzas heréticas impulsaron a los cristianos contemporáneos a hacer apologética frente a estas herejías, impulsando el establecimiento oficial de los libros que constituirían el canon del NT y la unidad en las bases doctrinales del cristianismo.
Se afirmó así que el Dios y Padre de Jesucristo no es otro que el mismo Dios del Antiguo Testamento, Creador de todo, y que fuera de él no hay otro. Que el mundo material no es malo en sí mismo, sino que la corrupción, maldad, injusticia y dolor que existe es fruto de la rebeldía del ser humano.
Es cierto que en Jesús se manifiesta el amor, la gracia y la misericordia de Dios, pero esto no es una revelación novedosa, sino que JWHW contiene en su naturaleza estos mismo rasgos.
Todavía hoy cuando consideramos a Dios como un Dios de amor desgarrando de su naturaleza el concepto de justicia, cuando menospreciamos el Antiguo Testamento y sus enseñanzas, cuando hacemos alarde de una fe exclusivamente neotestamentaria, reflejamos aun sin ser conscientes, las enseñanzas heréticas y erróneas de Marción.
Hoy, aún tenemos en nuestras filas algunos “destellos de marcionitas” que se dejan ver de vez en cuando en nuestras iglesias, que quieren fragmentar a Dios y su Palabra.
Una forma que tenemos de hacer una lectura correcta de los textos del Antiguo Testamento, desde nuestra condición de cristianos, evitando caer en una idea marcionita acerca de Dios es conocer quién es en realidad este Dios, teniendo en cuenta una verdad básica que sostiene nuestra fe cristiana: Jesús es el más claro reflejo de la persona de Dios.
Es el Logos encarnado, la máxima y más perfecta manifestación de Dios, la revelación más completa de lo que Dios es, su naturaleza, atributos, etc. Toda la Escritura (Antiguo Testamento y NT) hablan de un mismo y único Dios, YHWH el Dios de los judíos es el Dios encarnado en Cristo, el Dios de los cristianos y no hay otro.
Como primer paso en este camino de comprender la crueldad en ciertos textos veterotestamentarios, responder a la pregunta suscitada por Marción y que todavía sigue en pie en muchas mentes: «¿Cómo es Dios de verdad?»
Continuará
Segunda parte aqui:
FUENTE: http://www.mercaba.org/Enciclopedia/V/violencia_genocidio_AT.htm