La unidad familiar. El motor central de la subsistencia a la pandemia.

2020… ¡¡que año tan durísimo!!

2021.. imagino que no querrá ser menos, aunque ya venimos más enterados de lo que nos trae. No hay nada escrito que no pueda cambiar una pandemia. Como en «La guerra de los mundos», algo tan pequeño e invisible tiene poder para modificar, entre otras cosas, toda nuestra vida, la sociedad, la familia.. porque han habido muchas rotas, y otras mucho más unidas… a la fuerza. A veces Dios escribe derecho sobre renglones torcidos.

Las familias han resistido mucho, a fuerza de sacrificios enormes de parte de los grandes y de los niños también, que se llevan mucho mérito por haber sido tan buenos estando encerrados. Otros quizás no tan mansos, pero ¡que les podemos pedir! ¡pobres peques!

Ni hablar de las pérdidas tan terribles, tantas muertes en el mundo. Y despedir a seres queridos sin despedirlos. Sin funeral, sin un último adiós. Te mandan a cremar y ya. Sí, entendemos, el virus… Pero ¿hacer un duelo en paz cuando no pudiste despedirte? No me ha tocado esto, pero conozco a quien sí le ha pasado. El desconsuelo es muy grande. Un padre, una madre, un hijo, una nieta, una abuela, un amigo…

Imagino que habrá muchos cuestionamientos internos. «Es que no me saniticé como debía y se contagió por mi culpa»…No. El virus viene a veces de los lugares más inesperados. Luchamos contra algo invisible. Y hacemos lo que podemos.

Este virus es un saqueador. Nos está robando mucho, o todo. En lo personal, hace casi un año que no piso la calle porque soy población de riesgo. Y como yo, muchos abuelos y enfermos que no ven la calle hace meses. En Argentina tuvimos una cuarentena muy larga. Toda la sociedad se ha modificado. Y mucha gente ha quedado sin trabajo. Y a la vez han aparecido oportunidades nuevas para reconstruir la vida. Para los más jóvenes sobre todo. Los de 50 para arriba estamos fritos en lo laboral si somos trabajadores independientes. Muchas quiebras…

Aunque la pandemia ha tocado a todos, ¡tantos locales gastronómicos de renombre cerrando! Empresas familiares centenarias…

Solo se resiste una cosa así en Dios.

La convivencia permanente ha requerido de la práctica de todas nuestras virtudes. Sobre todo la paciencia, y la caridad. El consuelo es de vital importancia, por la pérdida de los seres queridos, por la pérdida del empleo, por los aislamientos en centros de salud, por los problemas económicos, y bueno, por la convivencia en sí misma.

La unidad familiar a sido, sin lugar a dudas, el motor central de la subsistencia a la pandemia. Para quienes son fieles y para quienes no. En definitiva el amor todo lo puede.. y Dios es amor. El amor es más fuerte y regenera. El amor ha sido el ligamento, la paciencia necesaria. El amor ha sido «el sacar fuerzas de donde sea». El amor a sido el «poner la vida en riesgo por otros». El amor ha sido el soportar que un esposo, o un hijo, o quien sea ponga su vida en riesgo en centros de salud. ¡Hemos dado la vida! Haciendo lo que debíamos, o sufriendo que otros se expongan.

Solo en el amor se sufre una cosa así. Por algo la familia es la iglesia doméstica. Es de resaltar, y mucho, cómo las familias han sostenido su asistencia a misa desde casa, a través de las redes. Hoy ya se puede ir a misa un poco más en algunos sitios, pero las redes sociales han sido de vital importancia para que la fe sea el pilar de nuestra vida en medio de esta tragedia.

Hermanos míos, todo se puede en Dios que nos fortalece. Y lo que no nos mata… aunque se tenga que sufrir tanto, nos hace más fuertes.

Virgen Peregrina del Barrio San José en modo «REZANDO».

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